lunes, 6 de octubre de 2014

El Romance de Abenámar


—¡Abenámar, Abenámar,   moro de la morería, 
el día que tú naciste   grandes señales había! 
Estaba la mar en calma,   la luna estaba crecida, 
moro que en tal signo nace   no debe decir mentira...

Anónimo

Este romance recuerda el episodio en que Juan II de Castilla lleva ante los muros de Granada al moro Abenámar (Ibn al-Amar). El elemento al que se refiere son las torres, palacios y jardines que ve relucir desde la lejanía en la irreal y fabulosa ciudad mora de Granada. La alabanza de las maravillas arquitectónicas y, sobre todo, el diálogo del rey con la ciudad.