viernes, 3 de octubre de 2014

La escritura jeroglífica de la Piedra de Rosetta

La piedra de Rosetta es una losa de basalto negro que fue hallada en 1799 cerca de la aldea de Rosetta, durante la ocupación de Egipto por las tropas de Napoleón Bonaparte. Es un fragmento de estela, fechada en el 196 a.J.C. en la que aparecen tres inscripciones diferentes: los primeros catorce renglones en caracteres jeroglíficos (utilizados en Egipto en los monumentos), los treinta y dos centrales en escritura demótica (una escritura simplificada y popular empleada en Egipto desde alrededor del año 1000 a..J.C.) y los cincuenta y cuatro restantes en griego. Gracias a ella, en 1822, el investigador Jean François Champollion (1790-1832) descifró, después de más de diez años de enormes esfuerzos, el misterio, hasta aquel momento "científicamente insoluble", de los jeroglíficos egipcios. Desde el s. XVII muchos investigadores habían tratado de interpretar los signos que se hallaban a la vista de todos, grabados en templos y tumbas, pero que guardaban celosamente su secreto; tanto que entre los mismos egipcios estaba extendida la superstición de que encerraban eternas maldiciones para quien intentara descifrarlos. A lo largo de los siglos, algunos de estos signos, como la serpiente, habían sido incluso mutilados para evitar su supuesto efecto maléfico. Los jeroglíficos se usaron en Egipto entre el cuarto milenio a.J.C. y el s. IV d.J.C.. Según Champollion "es un sistema complejo, una escritura a la vez enteramente figurada, simbólica y fonética, en un mismo texto, en una misma frase, en la misma palabra". Inicialmente había signos que representaban un objeto material y también una idea relacionada con él (un disco representaba al sol y al día). Enseguida estos ideogramas o signos-palabra sirvieron para transcribir además el valor fonético de la palabra original y poder representar así otra homófona (la palabra escarabajo tiene las mismas consonantes que el verbo convertirse "kh-p-r" ). Las vocales no se escribían: el sistema jeroglífico reproduce el esqueleto consonántico de las palabras. Un mismo signo puede representar ideas distintas y palabras diferentes pueden pronunciarse de la misma manera, por lo que las confusiones no son difíciles.
Ilustración.- "La Piedra de Rosetta"
ORBITA DEL SOL Revista de letras, poesía, cuentos y teatro
Ed. Nº0  Página 3